El litio se erige como un recurso estratégico para la economía nacional, pero su verdadero valor radica en exportarlo como un producto refinado, en lugar de adherirse a una política puramente extractivista.
Este elemento ha sido objeto de interés durante un tiempo considerable, especialmente en naciones con abundantes reservas, destacando su relevancia en la industria automotriz y en un contexto global que busca alternativas a los combustibles fósiles.
En 2020, Chile ostentaba reservas de aproximadamente 9.200.000 toneladas métricas, ubicándose como el segundo productor a nivel mundial y siendo poseedor de vastas reservas. La región, junto con Bolivia y Argentina, forma lo que se conoce como el “triángulo del litio”, mientras que países como Australia, China, Estados Unidos y Zimbabue también tienen una influencia significativa en este mercado.
El impulso hacia la electromovilidad, como respuesta a los desafíos medioambientales, ha promovido un aumento notable en la demanda de vehículos eléctricos tanto en Chile como en el resto del mundo. Este incremento en la demanda conlleva una mayor necesidad de materias primas para la fabricación de baterías, siendo el litio un componente esencial debido a su capacidad para mejorar la autonomía y eficiencia de estos vehículos.
Para el doctor Patricio Valdivia, director de Innovación y Transferencia Tecnológica de la Universidad Santa María (USM), la industria del litio se está orientando cada vez más hacia la producción de baterías, lo que destaca la importancia de este recurso como materia prima clave en el ámbito tecnológico.
Sin embargo, Valdivia señala que Chile debería pasar de una economía puramente extractivista a una centrada en el conocimiento, aprovechando las capacidades existentes en las universidades para agregar valor al litio.
Por otro lado, el académico del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental, Claudio Acuña, destaca la importancia de considerar el manejo de los residuos generados por las baterías de litio en el futuro, señalando que esta cuestión aún no ha sido completamente resuelta. Además, Acuña enfatiza que existen alternativas adicionales para la electromovilidad, como el uso de energías renovables para la producción de hidrógeno, que a su vez puede utilizarse como combustible en vehículos de pila de combustible o para la síntesis de combustibles sintéticos.
En resumen, si bien el litio es un recurso valioso en la transición hacia la electromovilidad, su verdadero potencial se materializa cuando se exporta como un producto refinado, y Chile tiene la oportunidad de liderar esta transformación hacia una economía basada en el conocimiento y la innovación.